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El proyecto arquitectónico fue aprobado por Carlos III en 1786 dentro del conjunto de actuaciones que realizó en el denominado Salón del Prado. Se considera como la culminación de la carrera del arquitecto favorito del rey: Juan de Villanueva.
Su construcción se extendió durante los reinados de Carlos III y Carlos IV. La llegada de la invasión francesa y la Guerra de la Independencia dejaron huella puesto que fue utilizado como cuartel de caballería y lo dejaron prácticamente destruido. Fue el interés de Fernando VII y sobre todo de su segunda esposa Isabel de Braganza lo que propició su recuperación; siguiendo las ideas del maestro Villanueva por su alumno Antonio López Aguado se inauguraba discretamente el Museo Real de Pinturas (primera denominación del museo), mostrando algunas de las mejores piezas de las Colecciones Reales Españolas, trasladadas desde los distintos Reales Sitios. En sus comienzos el museo contaba con 3 salas y 311 cuadros.
Durante el siglo XIX y buena parte del XX, el Prado vive una situación de cierta precariedad. Las deficientes medidas de seguridad, con personal del museo residiendo en él provocan la alarma de algunos entendidos.
A lo largo de su historia se han ido sucediendo diversas ampliaciones. Se acaba de finalizar la última de éllas: la ampliación hacia el claustro de los Jerónimos, según proyecto de Rafael Moneo, y que está prevista su inauguración en el mes de octubre del 2007 con una amplia exposición de pintura española del siglo XIX.