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PALACIO REAL

Turismo en Madrid - Palacio Real

El Palacio tiene sus orígenes en el castillo defensivo que construyó en el siglo IX el emir musulmán asentado en Madrid. Fue conquistado por Alfonso VI y convertido en Alcázar, y a lo largo de su historia ha contado con sucesivas modificaciones. Felipe II lo convirtió en sede de la corte, pero lamentablemente desapareció durante un incendio en el año 1734. En el mismo lugar se construyó el actual Palacio cuyas obras comenzaron en 1738 de la mano de Juan Bautista Sachetti, contando con la colaboración de los también arquitectos Ventura Rodríguez y Francesco Sabatini.

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Está estructurado en torno a un patio rectangular, casi cuadrado, con fuertes salientes en los ángulos que recuerdan a las torres del antiguo Alcázar. Las fachadas constan de dos cuerpos: un zócalo almohadillado y un cuerpo superior de orden jónico con gigantescas pilastras, rematados por cornisa y balaustrada, y están inspiradas en las diseñadas por Bernini para el Museo del Louvre. Ante la fachada principal se extiende la plaza de armas, similar a la del incendiado Alcázar.

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Para su construcción no se utilizó esta vez madera por miedo a un nuevo incendio, sino piedra berroqueña de Guadarrama, y caliza de Colmenar, y ladrillos.

El primer rey que habitó el Palacio fue Carlos III en 1764, aunque todavía quedaban salones sin decorar.

En su interior destacan:

Escalera principal: Es una modificación que Carlos III ordenó a Sabatini sobre el proyecto original de Sachetti. Destacan los escalones realizados en una sola pieza de mármol de Toledo cada uno de cinco metros de longitud; los leones de mármol que adornan la balaustrada son obra de Felipe de Castro y Roberto Michel; la cúpula está decorada con frescos de Guiaquinto.

Salón de Columnas: Se utilizó para la celebración de bailes y banquetes hasta la muerte de la Reina María de las Mercedes. En este salón se celebraba cada Jueves Santo el “Lavatorio y Comida de Pobres” ceremonial que consistía en que el Rey y la Reina lavaban los pies y daban de comer a veinticinco pobres.

Salón de Gasparini: Era el lugar donde el Rey se vestía en presencia de la corte según la costumbre de la época. Es uno de los mayores salones de Palacio, y su decoración fue realizada por Matías Gasparini. Destaca el reloj situado sobre la chimenea con autómatas vestidos a la moda del siglo XVIII que bailan cuando, al dar las horas, un pastor sentado toca la flauta.

Saleta de Porcelana: Tiene las paredes y el techo completamente recubiertos de placas de porcelana sujetas a un armazón interior de madera. Las porcelanas son obra de la primera etapa de la Fábrica del Buen Retiro. El suelo está realizado sobre un diseño de Gasparini.

Comedor de Gala: Está formado por tres habitaciones que constituían el "Cuarto de la Reina" María Amalia de Sajonia, quien no lo llegó a disfrutar debido a que murió antes de su finalización. Fue Alfonso XII quien mandó que se unieran para formar el Salón de Baile y nuevo comedor. Destacan sus tapices de Bruselas del siglo XVI, tibores de porcelana china del siglo XVIII y piezas de la villa francesa de Sèvres.

Salón de Espejos: Los grandes espejos que dan el nombre al salón están guarnecidos en oro y azul rodeados de estucos en colores sobre fondo blanco con motivos vegetales. Es uno de los salones más bellos de todo el Palacio y utilizado como tocador por la reina María Luisa de Parma. Destaca el velador central, de caoba y bronce dorado realizado por Thomiere en 1788. En tiempos de Alfonso XIII fue usado como salón de música.

Salón del Trono: También conocido como Salón de Embajadores o Salón de Reinos. Está presidido por dos tronos reales, copia exacta del trono de la época de Carlos III. A ambos lados del trono se sitúan cuatro leones de bronce dorado realizados para Felipe IV y junto con otros ocho conservados en el Museo del Prado, procedían del Salón de Reinos del antiguo Alcázar. Todo el salón está tapizado en terciopelo de color rojo con orlas de estilo rococó de plata doradas traídas desde Nápoles. Decoran el salón doce consolas doradas de estilo rococó acompañadas, cada una de ellas, con sus correspondientes espejos realizados en la Real Fábrica de Cristales de La Granja. Fueron diseñadas por Ventura Rodríguez y representan las cuatro estaciones, los cuatro continentes que por aquel entonces se conocían y los cuatro elementos. Las arañas que iluminan el Salón son de época de Carlos III y son de plata y cuentas de cristal de roca tallado y engarzadas con hilos de plata. La bóveda fue pintada por Tiépolo en 1764 y representa "La Grandeza de la Monarquía Española".

Real Capilla: El primer proyecto fue realizado por Sachetti, pero Felipe VI se decantó por el realizado por Ventura Rodríguez, realizándose entre 1750 y 1759. Consta de una planta elíptica coronada por una cúpula de media naranja. Dieciséis columnas de mármol negro de una sola pieza, coronadas con capiteles en estuco dorado, están adosadas a cada uno de los ángulos que describen la planta, salvo el atrio que presenta pilastras negras que imitan el mármol. Guiaquinto fue el encargado de diseñar y dirigir la decoración de la Capilla. El dosel y los sillones de los soberanos son de la época de Fernando VI realizados en raso blanco con bordaduras de plata y sedas de colores. El órgano está considerado como una auténtica obra maestra y fue construido en 1778.

Real Biblioteca: Ocupa el ángulo noroeste del palacio y consta de dos plantas amuebladas con librerías de caoba. Sus colecciones constan de libros, medallas y monedas.

El Palacio también alberga importantes colecciones de pintura (frescos de Tiépolo, cuadros de Goya, Velázquez, Rubens, Caravaggio, Luca Giordano, Watteau, Louis-Michel van Loo), escultura (Benlliure, Bernini, Coysevox); mobiliario de estilos rococó, neoclásico, imperio e isabelino; una de las principales colecciones del mundo de relojes, porcelanas, tapices, la Real Farmacia cuenta con importantes frascos realizados en la Fabrica de La Granja de San Ildefonso y de Porcelana del Buen Retiro, así como otros realizados en loza de Talavera; y la Real Armería cuenta con importantes piezas siendo las más antiguas del siglo XV, y destacando la armadura y aperos completos que Carlos V utilizó en la Batalla de Mühlberg.

La visita al Palacio no la podemos dar por concluida hasta dar un paseo por el Campo del Moro. Su nombre se debe a que era en estos terrenos en donde acampaban los moros durante el asedio a la ciudad. Felipe IV lo convirtió en un lugar de caza, plantando numerosos árboles y construyendo fuentes y así permaneció hasta el siglo XVII. Isabel II lo convirtió en un parque-jardín, y se instalan sus dos fuentes emblemáticas: la de los Tritones, traída del Palacio de Aranjuez, y la de las Conchas, procedente el Palacio de Boadilla. Posteriormente estuvo abandonado, hasta que la reina regente María Cristina hizo que se convirtieran en los jardines que hoy podemos disfrutar.

Tampoco debemos olvidarnos de los Jardines de Sabatini, junto a la fachada norte del Palacio. Ocupan lo que antiguamente ocupaban las caballerizas reales construidas por Sabatini, de ahí el nombre. Su construcción se realiza durante la Segunda República, cuando tras una incautación de bienes al Patrimonio Real, se le ceden estas edificios al Ayuntamiento para que construya un parque. Tras un concurso de ideas resultó ganador Fernando Mercadal, y posteriormente en 1972 se le añadieron las monumentales escaleras.

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